En Abril de 1859 se realizó la primera excavación arqueológica a cargo de J. Amador de los Ríos.
El principal hallazgo arqueológico de J. Amador de los Ríos fueron los restos de una capilla funeraria en la que había sido enterrado, a finales del siglo VII, un presbítero llamado Crispin. Pero también fue importante la descripción que hizo del lugar en el que se encontró el tesoro, pues está sirviendo de gran ayuda para su localización en la actualidad.