La excavación comenzó en 1929 cuando un campesino tropezó arando con una superficie muy dura de unos treinta metros. A pesar del gran interés por parte de los estudiosos, de la población sommesí y de una petición dirigida a Mussolini, los trabajos se detuvieron por falta de fondos. Hubo que esperar hasta 2002 para reanudarla gracias a un proyecto multidisciplinar de la Universidad de Tokio.
El primer hallazgo importante que se realizó fue el de la sala mayor, definida por un lado por una columnata, dos paredes con nichos y un arco sostenido por pilares, y por otro, por una pared decorada con temas relativos a Dionisio, dios del vino. En una de las hornacinas, apareció la figura de una mujer con vestimentas griegas mientras que en otra estaba colocada una estatua de un joven Dionisio con un cachorro de pantera, cuyos originales se conservan en el Museo de Nola. Se deduce que en una las últimas fases de su actividad estos ambientes estuvieron destinados a la producción agrícola.
Orientada al oeste, encontramos una estancia con suelo de mosaico de teselas marmóreas, dividida en dos partes: una cuadra y una despensa. Continuando hacia abajo, conectada con la sala principal por dos escaleras, está situada la terraza mediana con un aula donde preside un ábside con friso de Nereidas y Tritón. Se pasa a otra aula dotada de ábside y de suelo cubierto de mosaico decorado con motivos geométricos y delfines que saltan entre las olas.
Desde la terraza mediana se accede por una escalera a una celda vinatera en un nivel más bajo, donde en 472 d.C. se producían unos 100.000 litros de vino.En la campaña llevada a cabo en 2015 se ha investigado la zona nordeste encima de las dos estancias con ábside y, aunque la parte excavada es difícil de interpretar, podría formar parte de una gran cisterna construida antes de las dos salas pintadas al fresco.
Según el arqueólogo Antonio De Simone los hallazgos encontrados podrían documentar la vida cotidiana tras la primera erupción del Vesubio (79), cuyas repercusiones fueron menos contundentes en esta zona. “Suntuosas obras arquitectónicas con ábsides pintadas al fresco, mosaicos, columnas de valioso mármol, capiteles, pilares de piedra vesubiana y las más bellas estatuas de época augusta y pinturas del siglo III d.C.” son entre otros, los descubrimientos que destaca De Simone mientras resalta el trabajo que queda por hacer. “Por ahora podemos ver solo la entrada y la zona de representación. Queda por encontrar la zona privada y seguro que no faltarán sorpresas”.
Actualmente la excavación tiene una amplitud de 2000 m2 y una profundidad de 15m, estimándose la extensión en unos 10.000 m2. Además, según el arqueólogo, la monumentalidad del edificio, las fuentes latinas y los estudios realizados en 1930 apuntan a que ésta podría ser la villa donde muriera el emperador Augusto (Roma, 63 a.C- Nola, 14 d.C.). Estos hechos parecen confirmarse con el último descubrimiento de un muro de 40 cm del siglo I d.C.
A pesar de estar en la fase inicial, los arqueólogos afirman que se trata de una villa señorial formada por un conjunto de edificios en un parque-jardín. Un testimonio único que precede a las villas latifundistas, cuyas estatuas y tinajas se remontan a la época de Augusto y colman el vacío del siglo II tras la muerte del primer emperador de Roma. Por su parte, el alcalde, Pasquale Piccolo, ha anunciado la intención de abrir un Museo Arqueológico en Somma Vesuviana para custodiar los hallazgos de la denominada Villa de Augusto, puesto que según narran los historiadores Tácito y Suetonio y según confirma el último hallazgo, el emperador murió en las cercanías de la natal Nola.
Fuente: CARMEN DEL VANDO | EL MUNDO 17/11/2015